Autorretratos, desnudos, muestras de trabajos, naturaleza muerta, retratos, experimentos y, sobre todo, naturaleza. Hablar de Cunningham es evocar la delicadeza de las plantas y como pueden perdurar en la fotografía de tal forma que parece que se pueden romper si las tocas, unidas a la abstracción y a patrones que podían repetirse.
Imogen Cunningham nació en Portland (Oregón, EEUU) en 1883. Su madre era metodista y su padre librepensador mientras trabajaba en un negocio de carbón. Era la quinta de 10 hermanos y en 1889 se trasladaron a Seattle.
Desde pequeña pintaba en grafito y se interesaba por el arte, lo que llevó a que sus padres la apuntaran a clases de arte. A los 18 años se matriculó en un curso de fotografía por correspondencia, gracias al cual consiguió su primera cámara fotográfica, que era de madera, de 4x5 pulgadas, y su padre le construyó un cuarto oscuro. A la vez, se matriculó en Ciencias Químicas en la Universidad de Washington en Seattle. Allí trabajó haciendo fotografías de plantas para las clases de botánica y conoció el trabajo del fotógrafo Käsebier y las imágenes pictoralistas. En esa época universitaria, en 1906 se realizó un autorretrato desnuda que chocó contra la moral del momento influenciada por la reciente época victoriana.
Tras su época universitaria comenzó a trabajar en el estudio de Edward S. Curtis (importante retratista de EEUU en el campo de la antropología de los nativos estadounidenses) y el lugar dónde aprendió el positivado en platinotipia (mediante contacto y sobre platino). Estar en el estudio de Curtis le ayudó a perfeccionar su técnica como retratista y le hizo llegar a publicaciones como Vanity Fair y a fotografiar a personajes famosos del momento, un una etapa en la que a a Imogen le interesaban las personas como sujeto, por encima de la belleza.
En 1909 consiguió una préstamo para estudiar su posgrado en química en Dresde, Alemania, y estuvo en el Instituto Politécnico de Technische Hochschule en 1909 y 1910, donde siguió estudiando la platinotipia y terminó su tesis doctoral titulada “Aboth the Direct Development of Platinum Paper for Brown Tones” (Sobre el desarrollo de la platinotipia para tonos marrones), en la cual proponía mejoras en la sensibilidad del papel y las zonas de altas luces al realizar virados en sepia.
1910 supuso su regresó a Estados Unidos y conoció a fotógrafos que influyeron en su trabajo, como Gertrude Käsebier o Alfred Stieglitz. En Seatle abrió un estudio de retratos y empezó a ser apreciada como fotógrafa pictoralista (usando foco suave en sus fotos). Entre la gente que retrató estaban Frida Kahlo, el grupo F64, la bailarina Martha Graham o Man Ray. Además, entre 1913 y 1914 realizó sus primeras exposiciones personales en el Museo de Arte de Portland y en el Instituto Brooklyn de Artes y Ciencias de Nueva York, además de participar en una muestra internacional de fotografía pictórica. En 1915 se casó con Roi Partridge, artista y grabador.
Sus fotografías de desnudo eran extrañas, pues descontextualizaba el cuerpo del modelo para centrarse en las formas del cuerpo y en la plasticidad de este, sin buscar el erotismo, lo obsceno, la cosificación, ni la sexualidad.
La maternidad alejó, en parte a Cunningham de la fotografía, porque fue un momento en el que ella dejó de tener el estudio y se alejó de Pictorialismo, pero entro en una fotografía directa, geométrica, dónde la luz y las formas centran lo que muestra. Vuelve a la fotografía botánica (que ya realizaba en su etapa universitaria) y realiza composiciones florales aproximándose al sujeto cada vez más.
Acercándose a los años 30 del siglo XX empezó a centrase, de nuevo, en los retratos y el cuerpo humano, sobre todo en las manos. De este momento destaca un trabajo que hizo con la bailarina Martha Graham, del cual alguna imagen llegó a ser publicada en Vanity Fair.
Los años de la Gran Depresión fueron duros para la clase intelectual y en 1932, en una fiesta el Oakland (California) surgió el colectivo f/64. Algunos de sus miembros eran Consuelo Kanaga, Alma Lavenson, Sonya Noskowiak, Edward Weston, Ansel Adams, Willard Van Dyke, Henry Swift, John Paul Edwards, Brett Weston, Preston Holder y la propia Imogen. Se llamaban así por la apertura de diafragma, que si se utilizaba con una placa de gran formato (8x10 pulgadas) daba una profundidad de campo muy amplia, aunando precisión y nitidez en las imágenes. Pero Imogen se “saltó” algunas de las normas del grupo y realizó imágenes con múltiples exposiciones, impresione negativas, efecto sabatier,… y otras formas de experimentación con la fotografía.
En 1934 Vanity Fair le propuso trabajar en Nueva York. Esto supuso el divorcio con Partridge, pero le granjeó importantes retratos de personajes de la época como Spencer Tracy, Warner Oland, Frida Kahlo, Alfred Stieglitz, Gertrude Stein, August Sander, Man Ray, Edward Weston, Jules Romains, Gertrude Stein,… que plasmó con su estilo directo y poco glamuroso. Justo lo que buscaba la revista que, en ese momento, estaba a la vanguardia de la modernidad. Además, es un momento dónde explora con el color y con el formato medio.
En los años 40 empieza a interesarse por la fotografía de calle. Y comienza a impartir clases en la California School of Fine Arts, uniéndose otros fotógrafos como Minor White, Dorothea Lange o Ansel Adams. En el año 1946 conoce a la fotógrafa Lisette Model y esta le influye para que utilice una cámara Rolleiflex.
En los años 50 y 60 realizaba fotografía de retratos y urbana en San Francisco. Cunningham consideraba que su fotografía de calle eran “fotos robadas”, puesto que no avisaba al fotografiado así lo captaba con su expresión natural. También fue un momento en el que tenía cada vez más exposiciones y se produjo un documental sobre ella y su trabajo con niños invidentes en la cadena televisiva Kron-Tv. Aprovechó esta época para viajar por Europa y experimentar con la fotografía Polaroid.
En los años 70, y con más de 80 años de vida, una beca Guggenheim le permitió organizar e imprimir su trabajo y Joseph Alioto, alcalde de San Francisco, proclamó el 12 de noviembre como “Día de Imogen Cunningham” como reconocimiento a su trayectoria. Y al llegar a los 90 comenzó su serie After Ninety sobre la vejez humana, además de crear el Imogen Cunnigham Trust, para que una entidad gestione su trabajo fotográfico, lo difunda y conserve. No pudo finalizar After Ninety y murió en San Francisco en 1976.
Una vida dedicada a la imagen, a las pruebas, al descubrimiento y a su autosuperación.
Como dato curioso, Cunnighan firmaba sus trabajos con un sello que contenía tres sílabas chinas I-MO-GEN, las cuales significan ideas-sin-fin.
Y con esto me despido por hoy. Dejándote un video sobre ella y su obra, por si quieres profundizar un poco más. Y la web oficial dónde podrás ver su obra. Cuéntame ¿Conocías su obra? ¿Te gusta? ¿Te inspira? ¿Vas a mirar de distinta forma las flores que te encuentres en tu camino? Te leo en comentarios.
Hasta próximas reflexiones. Seguiré buscando inspiración en obras clásicas y disfrutando de las mismas.
Fantástico trabajo 😍